Las micro y pequeñas empresas (MYPE) juegan un papel clave en la economía salvadoreña, pero su alto nivel de informalidad ha limitado su reconocimiento y acceso a beneficios. Según el informe «Las microempresas en El Salvador: del refugio en la informalidad a la inclusión socioeconómica», publicado por el Observatorio MYPE de la Escuela LID de FUSAI en 2024, la mayoría de estos negocios no opera dentro del marco legal, no por falta de interés, sino por las barreras estructurales que enfrentan.
El estudio revela que el 76% de las MYPE funcionan sin registro formal, lo que se debe, en gran parte, a la escasez de oportunidades en el mercado laboral y los altos costos asociados a la legalización. A pesar de ello, un 47.2% de los empresarios encuestados ha considerado en algún momento formalizar su negocio, motivados principalmente por el acceso a mejores condiciones financieras y la seguridad de cumplir con la ley.
“Esta realidad (la informalidad) está vinculada principalmente a la dinámica del mercado laboral: durante los últimos 40 años, de los aproximadamente 85,000 jóvenes que cada año alcanzan la edad y tienen la disposición para ingresar al mercado laboral, en promedio, solo unos 15,000 han logrado incorporarse a este. Lo que deja a 35,000 salvadoreños frente a dos opciones: encontrar un espacio en la economía informal, ya sea como empleados o creando sus propios negocios, o buscar oportunidades en otro país”, explica Luis Castillo, director del Observatorio MYPE.
Beneficios y desafíos de la formalización
Empresarios que han dado el paso hacia la formalización destacan los beneficios de operar dentro de la ley. Karla Urquiza, quien legalizó su negocio tras varios años en la informalidad, afirma que su imagen empresarial cambió por completo. «Ahora tengo respaldo ante clientes y proveedores, además de acceso a créditos con mejores tasas», comenta.
Sin embargo, también reconoce que el proceso implicó desafíos financieros. «Al principio, me preocupaban los costos, pero los beneficios han valido la pena, tanto para mi empresa como para mis empleados», añade.
El estudio también resalta que algunos trabajadores prefieren no estar inscritos en el sistema de seguridad social, ya que los descuentos en sus salarios afectan su economía inmediata. Esta realidad plantea la necesidad de diseñar un modelo de formalización que tome en cuenta tanto a empresarios como a empleados.
Un modelo más flexible para la formalización
Las políticas públicas han promovido la formalización como el camino hacia la estabilidad empresarial, pero los requisitos actuales pueden resultar excesivos para muchas MYPE. El informe sugiere que, para incentivar la legalización, es necesario reducir costos, simplificar procesos administrativos y diseñar un esquema gradual que permita a los pequeños empresarios adaptarse sin que esto comprometa su estabilidad financiera.
Más allá de una obligación legal, la formalización debe verse como una oportunidad para fortalecer a las MYPE, aumentar su resiliencia y mejorar su contribución al desarrollo económico del país.