El nuevo informe “La otra cara de la economía” revela que las micro y pequeñas empresas aportan el 48.8 % del Producto Interno Bruto, superando incluso a las grandes corporaciones y las remesas.
El Salvador no se entiende sin sus micro y pequeñas empresas (MYPES). Esa es una de las principales conclusiones del tercer informe “El Estado de la MYPE 2025: La otra cara de la economía”, elaborado por el Observatorio MYPE de la Fundación de Apoyo Integral (FUSAI) en alianza con el Programa El Salvador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO).
El estudio, que se suma a dos ediciones previas, ofrece la radiografía más completa hasta la fecha sobre un sector que sostiene buena parte de la economía nacional, aunque rara vez recibe la atención ni el respaldo que merece.
El verdadero peso económico de las MYPES
Uno de los principales hallazgos del informe es un nuevo cálculo que, por primera vez, incorpora a las MYPES formales e informales dentro de una misma medición. De acuerdo con los resultados, las MYPES aportaron en conjunto un promedio del 48.8 % del PIB entre 2020 y 2023, superando ampliamente el peso de las medianas y grandes empresas, así como el de las remesas familiares.

“El informe enfatiza que las MYPES son un pilar fundamental de la economía salvadoreña y que visibilizar su aporte es clave para entender la realidad productiva del país”, señala el documento.
A pesar de representar apenas el 3.6 % del parque empresarial, las MYPES formales contribuyeron con el 8.2 % del PIB, equivalente a más del doble de lo que correspondería a su tamaño. Por su parte, las MYPES informales generaron el 40.6 % de la producción nacional, un dato que evidencia el enorme peso económico de este segmento.
Más allá de las cifras, el informe subraya que estas unidades productivas son un pilar de cohesión social y territorial. Sin embargo, en el debate público todavía se les asocia con el autoempleo o la retención migratoria, invisibilizando su papel en la innovación, la generación de empleo y la reducción de la pobreza.

Entre los hallazgos más relevantes, el estudio identifica una tendencia denominada “brecha por exceso de optimismo o déficit de concreción”. Las MYPES confían en crecer, pero su entorno económico y modelos de negocio inestables limitan la posibilidad de hacerlo.
La saturación de mercados —con numerosos negocios que ofrecen productos similares—, la pérdida del poder adquisitivo de la población y las dificultades financieras estructurales generan un círculo de vulnerabilidad. Muchas empresas sobreviven reduciendo precios, personal o inventarios, en lugar de innovar o diferenciarse.
“El resultado es claro: muchas MYPES sobreviven bajando precios, recortando personal o reduciendo inventarios, en lugar de innovar o diferenciarse. Esta dinámica termina siendo un círculo de vulnerabilidad, a pesar de su enorme potencial”, concluye el informe.
Con este tercer estudio, FUSAI y FLACSO buscan revalorizar el papel de las MYPES dentro de la estructura económica del país y promover políticas públicas que reconozcan su peso real.
Los datos dejan claro que el crecimiento de El Salvador depende, en gran medida, de las miles de micro y pequeñas empresas que todos los días sostienen el tejido productivo, generan empleo y mantienen en marcha “la otra cara de la economía”.




