mayo 17, 2025

En una época en la que el acceso a internet y a dispositivos móviles se ha democratizado, las micro y pequeñas empresas (MYPE) de El Salvador siguen mostrando una fuerte resistencia al uso de pagos digitales. Según el reciente informe «Estado Actual de la MYPE 2023» del Observatorio MYPE, aunque el 76.4% de los empresarios cuenta con teléfonos con conexión a internet, el efectivo sigue siendo el rey: el 59.6% de los negocios opera casi exclusivamente con dinero en mano.

El dato revela una verdad incómoda para quienes apuestan por la transformación digital: la tecnología por sí sola no cambia hábitos. El verdadero obstáculo es cultural.

Más que tecnología: una cuestión de confianza

Roxana Girón, coach de la Escuela LID, lo resume claramente: en las MYPE persiste «una barrera cultural y de confianza». El limitado acceso a educación formal —más del 59% de los empresarios solo llegó hasta noveno grado— incide directamente en la desconfianza hacia herramientas financieras digitales, pese a sus ventajas en seguridad, trazabilidad y eficiencia.

Los empresarios consultados en el estudio apuntan tres razones principales para preferir el efectivo: el gusto por tener el dinero en mano (24.8%), la percepción de que sus clientes no utilizan métodos digitales (23%) y el temor a la tecnología (15.2%).

Transformar la cultura empresarial

La transformación que el sector necesita no depende solo de poner tecnología al alcance de los negocios. Implica construir una nueva mentalidad empresarial basada en la confianza, la formación continua y la apertura al cambio.

Según el Banco Mundial, modernizar el sector privado —especialmente las MYPE— es vital para lograr un crecimiento económico más inclusivo en El Salvador. Y para eso, la educación financiera y digital no puede seguir siendo un privilegio; debe convertirse en una prioridad de país.

Digitalizarse no es solo cuestión de usar nuevas herramientas: es entender que los cambios en los hábitos de pago abren puertas a nuevos mercados, más grandes y más exigentes. Mientras algunos negocios se adaptan y prosperan, otros corren el riesgo de quedarse atrás.

El reto no está únicamente en acercar la tecnología, sino en lograr que la confianza en lo digital forme parte del ADN emprendedor salvadoreño.

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